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Hola amig@s

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Nuestra amiga «Luna»

Desde siempre se ha pensado que esas maravillosas máquinas de la naturaleza que son los gatos estaban tan bien diseñadas que disponían de un esqueleto magnífico que les permitía realizar cosas increibles, saltos espectaculares, giros imposibles, y todo con una rapidez prodigiosa, lo que en conjunto les capacitaba como unos auténticos predadores de pequeñas presas, ah y por supuesto todo esto hasta los últimos días de sus 7 vidas.

Pues bien, quizás esto no sea así, y aunque a más de un catlover le escueza, debemos desmitificar esta leyenda. Al fin y al cabo, es importante que todos tengáis clara la verdadera realidad para que, precisamente gracias a esos conocimientos y no falsas ilusiones, podáis ayudar aún más a vuestros pequeños amigos, sobre todo en su etapa más difícil o delicada, la vejez.

Para realizar esta labor, nos va a ayudar «Luna», nuestra veterana amiga, que nos hizo una visita esta semana. «Luna» lleva un tiempo comiendo mal y perdiendo poco a poco peso. Como es muy coqueta no diremos la edad, pero ya os podéis imaginar que son muchas las primaveras que han pasado por su envejecida espalda. Y no es una frase vacía, mirad la radiografía, rodeamos en un círculo las zonas que queremos que os fijéis.

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Columna normal de un gato

Pero claro, como no todos han visto muchas radiografías de columna de gatos, os enseñamos otra de un gato adulto que tiene una columna normal para que podáis comparar. ¿Qué os parece? ¿Aún creéis que los gatos no tienen artrosis? Increíble ¿verdad? «Luna» tiene la vértebras soldadas, con un tejido óseo uniendo todas y cada una de las vértebras a nivel lumbar por debajo de ellas. Incluso tiene una vieja lesión a entre dos vértebras a nivel torácico.

Claro, pensaréis, pero la pobre «Luna» tendrá unos dolores tremendos. Pues es posible, pero lo cierto es que como ya os hemos comentado en muchas ocasiones, los gatos ocultan con mucho valor y habilidad todo su sufrimiento, y solo si somos muy sutiles y sagaces podremos identificar signos de dolor. Por ejemplo veremos que ya no se sube a sitios donde años atrás le encantaba pasar horas y horas, le costará entrar en la bandeja de la arena, pasará mucho más tiempo tumbado y su andar será más lento y rígido, jugará menos,…y no porque sea más mayor.

Así que ya sabéis amig@s, los gatos también tienen artrosis, y solo depende de vosotros que lo detectéis cuanto antes para así mejorar su calidad de vida cuando se hagan mayores. Mientras, «Luna» ya está recibiendo un tratamiento para este problema y otros más que por desgracia tiene, y seguro que al menos mientras siga acompañando a su entregada dueña, se hará todo lo posible para que los achaques sean lo razonable para su edad, ni más ni menos, y aquí estaremos nosotros para contaros su vida, pero eso será en otro capítulo de las HISTORIAS DE NUESTRA CLÍNICA.

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