Para todos aquellos que no tenéis la oportunidad de conseguir el periódico de nuestro pueblo, El NuevoArroyo, aquí colgamos nuestro último artículo. Confiamos en que os guste.
¿PERO QUÉ HACE EL ABUELO?
Hola amig@s. No es la primera vez que dedicamos un artículo a todos esos perros y gatos mayores ya que cada vez son más numerosos en nuestras casas, entre un 25 y 50% según algunos cálculos. Esta vez vamos a hablar de la demencia senil, o lo que en nuestro argot se conoce como síndrome de disfunción cognitiva. Sí amigos, los perros y los gatos también pueden padecer de procesos degenerativos sicológicos y mentales muy semejantes a los que se producen en el ser humano.
Lo primero es, como siempre, diagnosticar este problema, y para ello es fundamental la aportación del propietario de la mascota, y no tanto lo que el veterinario pueda encontrar en una exploración rutinaria. Siempre hemos considerado “normal” que nuestro perro perdiera oído, olfato e incluso visión a medida que se hacía mayor, y que nuestro gato fuera menos activo o dejara de comportarse como estamos acostumbrados a que lo haga. Pero, ¿es “normal” que nuestro perro anciano se asuste por cosas injustificadas, que se haya vuelto más agresivo, que se despierte por la noche ladrando o gimiendo por motivos desconocidos, y que se haya olvidado de órdenes o costumbres que antes tenía muy claras? ¿Es “normal” que nuestro gato mayor ya no mantenga su pelo limpio y suelto como antes, o que ya no utilice la bandeja de la arena de manera adecuada, y que se pase todo el día tumbado e inactivo?
Por desgracia, estos cambios de comportamiento será lo único que nos sirva para establecer el diagnostico del problema. Aunque esto no significa que no haya que descartar otras enfermedades que podrían confundirnos y simular una demencia, por lo que una vez más debemos aconsejar a todos que un chequeo más o menos completo a partir de ciertas edades será muy útil para clarificar la situación. Un análisis de sangre y de orina será lo mínimo, pero muy probablemente será necesario alguna radiografía o quizás un electrocardiograma para diferenciar un síndrome de disfunción cognitiva de otras enfermedades.
Hecho el diagnostico, llega el momento de poner un tratamiento, o al menos intentar que esos cambios de comportamiento no supongan una merma en la calidad de vida de nuestra mascota o un problema de convivencia con la familia. Dicha terapia se basa en 5 pilares fundamentalmente:
- Ejercicio físico: mantener un buen nivel de actividad física dentro de las posibilidades de cada animal se ha demostrado como una buena herramienta para mantener el cerebro en óptimas condiciones.
- Nutrición: una buena alimentación, equilibrada, sana, que incluya sustancias antioxidantes, o neuroprotectoras sumado a una ingestión de calorías un tanto restrictiva que evite el sobrepeso, se ha demostrado como uno de los principales tratamientos de la enfermedad.
- El enriquecimiento ambiental: con este término se entiende todo aquello que suponga mantener a nuestra mascota entretenida con juegos, paseos, y actividades que permitan conservar todo lo aprendido durante años y que estimule sus sentidos, así como disponer de una vida social rica con otras mascotas y con la familia.
- Medicación: son varios los medicamentos con efectos beneficiosos sobre la memoria, sobre el riego sanguíneo a nivel cerebral o protectores neurológicos, pero no debemos limitarnos al fármaco para confiar en el éxito del tratamiento.
- Medicina alternativa: como así se conocen otras terapias que incluyen la acupuntura, las flores de Bach, reflexología, masajes, etc y que en ocasiones también han demostrado su eficacia.
Así es que ya sabéis amig@s, no acuséis a los años de todo lo que os resulte raro en el comportamiento de vuestra anciana mascota, y consultar con vuestro veterinario si podéis mejorar sus últimos años de convivencia con toda la familia.