Hola amig@s. No se puede decir que Valladolid sea una zona complicada en lo que se refiere a la temida leishmaniosis. En zonas endémicas de España se encuentran casos de lo más sorprendente y atípico, y quizás por eso, un caso como el que os vamos a contar, para los compañeros veterinarios de estas zonas entraría dentro de lo razonable, sin embargo para nosotros no ha dejado de ser interesante, por no decir que curioso.
Como sabéis, la leishmaniosis es una enfermedad producida por un parásito y transmitida por la picadura de un mosquito. Por lo tanto es necesario que el enfermo deba haber tenido oportunidad de ser picado por un mosquito y que se reproduzca en sus glóbulos blancos de la sangre, más concretamente en los macrófagos, dicho parásito.
Pues bien, este ha sido el caso de Amador, un maravilloso cachorro de 5 meses de american bully, una raza desconocida por aquí, pero que os podemos asegurar que si todos son como nuestro amigo, no tardará en «ponerse de moda», ya que pocos cachorros pueden ser tan adorables como su cara demuestra.
Lo cierto es que se presentó ya hace unas semanas en nuestra clínica para ir poniendo al día en cuestión de vacunas y desparasitación, además de consultar una lesión que tenía en el tarso consecuencia de un traumatismo. Pero a los pocos días a su dueño le preocupó una pequeña lesión en el borde de las orejas que como veis en la foto tenía la apariencia de guardar relación con alguna complicación leve por culpa de la horrible manía de hacer los dichosos cortes de orejas.
Todo parecía indicar que se trataría de una pequeña infección en la cicatriz, algo sin importancia que se resolvería con unos días de antibiótico, pero ahí estaba la implacable María con su habilidad en pinchar todo lo que se le pone por delante mientras tenga una aguja cerca para después poder mirarlo con más detenimiento a través de los ojos del microscopio. Y aquí es donde nos llevamos la sorpresa, triste para Amador. Allí, dentro de alguno de sus macrófagos había ejemplares de leishmania, en concreto la forma típica en esta fase de su ciclo, los amastigotes.
Mentiríamos si dijéramos que nuestra reacción fue más de preocupación por Amador que de alegría por poder diagnosticar tan prematuramente una enfermedad tan ocasional por nuestra zona como lo es la leishmaniosis y sobre todo de una manera tan atípica para nosotros, pero lo cierto es que desde el primer momento sabíamos que gracias a un buen trabajo y a que en este caso se trataba de una presentación con un pronóstico en principio más favorable, podríamos ayudar a Amador a superar la enfermedad.
Amador seguía siendo un cachorro entrañable, ajeno a lo que le estaba pasando, pero tras unos días de incertidumbre por decidir si sería necesario empezar el tratamiento contra la leishmania al tratarse de una lesión tan leve o hacer un control y prevención, el tiempo nos iba a dar la respuesta, ya que aparecían nuevas lesiones del mismo tipo en otras partes de su cuerpo y eso nos señalaba que el tratamiento, ahora sí, se hacía necesario.
Nuestro cachorrote ya ha empezado a recibir un tratamiento que consiste en inyectar un medicamento a diario durante un mes, además de otro medicamento en pastillas que deberá tomar al menos 6 meses y fácilmente un año o más salvo que los análisis nos digan que la enfermedad ha sido controlada.
Tenemos grandes esperanzas de que la leishmania no va a poder con Amador y que vamos a poder seguir disfrutando de él durante mucho tiempo para satisfacción de todos, perros y humanos, porque individuos como este son de los que crean afición. Estamos seguros de que también vosotros tenéis mucha curiosidad por saber cómo evoluciona su enfermedad. No os preocupéis, que os tendremos puntualmente informados, si no es aquí, será en nuestros perfiles en redes sociales, Facebook y Twitter. Pero eso será un capitulo futuro de las HISTORIAS DE NUESTRA CLÍNICA.