Hola amig@s
En varias ocasiones os hemos hablado de dos terribles enfermedades de los gatos, muy frecuentes de ver por nuestra zona, sobre todo en gatos recogidos de la calle, la leucemia y la inmunodeficiencia felina. Hoy queremos contaros el caso de «Salem», un encantador gato y su historia.
«Salem» vino por primera vez a nuestra clínica este verano. Venía vacunado de cachorro de todas las vacunas, incluida la leucemia, sin embargo sus dueños no tenían costancia de que se le hubiera hecho ningún test de leucemia. Lo cierto es que «Salem», al mes de haber entrado en casa una nueva inquilina, otra gata que como él había sido recogida de la calle, no se encontraba bien, tenía fiebre, con todo lo que ello entraña, decaimiento, anorexia,… Fue entonces cuando al hacer el test nos encontramos con la triste noticia de que nuestro amigo era positivo a leucemia, un enorme jarro de agua fría para sus amos, que pensaban que estaba absolutamente protegido frente a este virus. Pero teníamos que hacer algo por él. Con un tratamiento apropiado para este primer envite de la leucemia, conseguimos sacarlo adelante.
Pero la realidad a veces es cruel, y pronto vino un segundo envite, esta vez más serio. «Salem» apenas podía respirar,
estaba muy angustiado. Una radiografía de tórax nos demostraba su problema, tenía el tórax encharcado, o eso parecía, ya que bajo una sedación muy ligera para poder manejarle, apenas conseguíamos extraer líquido de sus pulmones.
Era necesario recoger una muestra de sus pulmones mediante una citología. El microscopia sería el encargado de aclarar las cosas, «Salem» tenía un linfoma, tumor muy característico de los gatos que padecen leucemia.
Ahora la cosa era más complicada. Para poder tratar a un gato en esta situación es necesario recurrir a quimioterápicos, y con un pronóstico cuando menos reservado.
Por suerte para nuestro minino, sus dueños han sido valientes, y han decidido hacer lo posible con su gato siempre y cuando él no pierda calidad de vida. Nos pusimos manos a la obra, pronto la medicación empezaría a luchar contra el linfoma. Unas pastillas a diario, unas inyecciones intravenosas cada 3 semanas, y a esperar el resultado.
Hace poco han vuelto para hacer un control de la evolución del linfoma en el torax, y aquí tenéis el resultado, mejor verdad? Y mientras, «Salem», sin ser el gato más activo del barrio, sigue acompañando a sus amos y a la pequeñaja que llegó a casa para quedarse y hacerle la vida un poco más complicada.
No sabemos qué es lo que pasará en los próximos días, pero en casos como este, es cuando la experiencia nos dice que pase lo que pase, sus dueños estarán muy tranquilos e incluso orgullosos de hacer lo que han podido por su mascota, que al menos lo habrán intentando y habrán podido disfrutar de su amigo hasta que la razón diga que no se puede hacer más. Toda una lección que nosotros os contaremos cómo sigue, pero eso ya será en otro capítulo de las HISTORIAS DE NUESTRA CLÍNICA